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El Altruismo no es la solución. Parecerá extraño iniciar un artículo dedicado a las bondades del voluntariado y el trabajo de una organización social con esta frase, pero espero lograr dar a entender algo que ciertamente de entrada pareciera contradictorio. Antes de continuar, por cuestiones de transparencia, aclaro que el tema de este artículo no es del todo desinteresado. Tanto mi hermana como mi novia participan muy activamente en Un Techo Para Mi País, organización social cuyo trabajo admiro, y que en este caso, a mi forma, busco promocionar.
Los días jueves 28 y viernes 29 de julio, Un Techo estará llevando a cabo su colecta 2011, con la cual buscan recaudar los fondos para construir 150 viviendas de emergencia para personas en situación de extrema pobreza. Su lema para esta campaña es “hace falta trabajar más.” Me gusta que esta sea la mentalidad que buscan proyectar, ya que muchos en nuestra sociedad han sido llevados a pensar, erróneamente, que por el contrario “hace falta sacrificar más”, y más claramente “hace falta que OTROS sacrifiquen más.”
La dignidad del ser humano se fundamenta principalmente en ser un fin en sí mismo, y nunca solamente un medio para los fines de otros. Este es principalmente el problema que tengo con el concepto de “altruismo.” Altruismo implica el sacrificio de los intereses de un individuo para satisfacer aquellos de otros. Se nos ha hecho creer que es moralmente necesario que nos sacrifiquemos por los demás, y en base a eso esperamos que otros se sacrifiquen por los demás, particularmente, pero no siempre, por los más necesitados. Pero esto necesariamente esconde una concepción equivocada de cómo funcionan las relaciones entre individuos en una sociedad.
En general hay dos tipos de sociedades, con variantes de grados de por medio, las sociedades abiertas y las sociedades cerradas. El común denominador es que en ambas sociedades, como es naturaleza humana, los individuos buscan actuar para mejorar su situación actual, es decir, buscan satisfacer y beneficiar sus intereses como personas. La diferencia es la forma en que esto se lleva a cabo y los resultados necesarios de dicho proceso.
Las sociedades cerradas son aquellas en las cuales se utiliza el poder político, es decir la fuerza y la violencia del Estado, para proteger y privilegiar a algunos ante el sacrificio de otros. Por supuesto, aquellos en el poder nunca aceptarían esto. Ellos justifican su poder alegando que es necesario para satisfacer las necesidades de las mayorías y los necesitados. Y con esta excusa el poder político adquiere una tendencia expansiva. Pero el resultado es siempre muy diferente. Entre más poder tienen los políticos, más se corrompe el sistema. Se vuelve una lucha perenne por el poder. El resultado de este sistema es la guerra de intereses, donde la única forma que un individuo se beneficia a sí mismo es utilizando el poder para quitarle a otro. Sumándole a este proceso los altísimos costos de transacción por un lado, y los desincentivos a la producción individual por el otro, resulta un sistema en retroceso, decadencia y dirigido hacia la expansión de la pobreza. Para resumir, es un sistema en el cual los intereses de los individuos están contrapuestos unos contra otros.
Por el contrario, en una sociedad abierta no puede existir el abuso y la explotación, pues como no se puede utilizar la fuerza y la violencia del Estado para beneficiarse ante el sacrificio de otros, la única forma de beneficiarse a uno mismo es sirviéndole a otros, ya sea el lucro económico que logra el empresario honesto y competitivo al ofrecer productos y servicios de mejor calidad a menor precio a sus consumidores, o el voluntario que recibe una gran satisfacción de su bondad y su trabajo por los demás. Por eso lo que necesitamos es una sociedad abierta y dinámica, donde los intereses de los individuos estén alineados y protegidos, es decir, yo logro lucrarme, ya sea material o emocionalmente, solamente al beneficiar a otros y no ante al sacrificio de estos, y sin el temor que otros utilicen el poder para quitarme aquello que he logrado adquirir legítimamente de esta manera.
El valor moral de un voluntario no se encuentra en un sacrificio impuesto por otros. El ser voluntario no es altruismo. Necesitamos entender que el verdadero lucro no es solamente monetario, si no puede ser también emocional y espiritual. El valor moral del voluntariado yace exactamente en el hecho de ser voluntario, y en el hecho que dicho individuo encuentra gratificante y emocionalmente lucrativo el servirle a los demás. Pero para que esto funcione se necesita una sociedad abierta, en la cual se respeten los derechos individuales y se exalte la dignidad del ser humano. Una sociedad cuya cultura nos enseñe que nuestros intereses están alineados, y que la única forma verdadera de beneficiarnos a nosotros mismos es beneficiando los legítimos intereses de los demás.
Hace falta trabajar más. En general, hacia la construcción de una sociedad abierta de intereses alineados, derechos protegidos y dignidad respetada. Pero en concreto, es muy valioso en este sentido el trabajo que está haciendo la gente de Un Techo Para Mi País, y quiero animarlos, estimados lectores, no solo a apoyar la Colecta que estarán llevando a cabo estos días, sino a involucrarse permanentemente en la construcción de una nueva sociedad a través de proyectos como este. Y acuérdense, como he tratado de dar a entender, que el espíritu impulsador de este trabajo no es el altruismo. Es la bondad, es el trabajo y es el interés propio por la prosperidad de todos.
Cuando los sistemas políticos dejan de ser representativos de la ciudadanía,
Nosotros, la ciudadanía, hemos visto nuestros derechos usurpados por un sistema político estructurado y manipulado para proteger los privilegios de una clase gobernante que ha aprendido a vivir a costas de los ciudadanos. Hay un mal inherente en esta estructura de poder.
El maniobrar político ha socavado la institucionalidad y desechado la constitución, eliminando los pilares fundamentales de la democracia y el republicanismo. El Estado ha dejado de ser garante de los derechos y la justicia y se ha vuelto una estructura de poder por el poder mismo.
Cuando el sistema se ve viciado y comprometido la ciudadanía tiene no solo el derecho, sino la responsabilidad, de reclamar aquello que es intrínsecamente de ellos: su libertad. Existen principios anteriores y superiores al legislar humano, y cuando una clase de individuos viola estos principios y utiliza el poder y la fuerza para beneficiarse ante el sacrificio de otros, su accionar se vuelve en su absoluto ilegítimo.
Hoy heredamos una lucha histórica contra la inevitable inercia del poder hacia el autoritarismo. Porque la libertad nunca se termina de ganar. Por la libertad hay que seguir luchando siempre.
ALTERNATIVA LIBERAL
Libertad • Prosperidad • Justicia
En El Salvador la clase política se ha hecho de un negociazo. Imagínese usted. Tienen monopolio absoluto de la venta de su producto. No hay ningún control de calidad sobre el producto que venden. Pueden prometer lo que quieran para lograr la venta, y después sus clientes no tienen ningún recurso si nunca se entrega lo comprado. Ellos mismos ponen los precios. Es más, a veces los suben ya después de haberse concretado la venta. A veces, si no en la mayoría de casos, cuando venden algo, ellos mismos son los que le sacan el provecho al producto que vendieron. A veces tienen que cambiar la Junta Directiva, pero nadie sale perdiendo cuando se van, ya que se van con todo tipo de bonos y compensaciones, aparte de seguir con gran influencia sobre el proceso de venta. Y así pudiera seguir con los beneficio de participar en este gran negocio multi-millonario.
En El Salvador se venden leyes.
Es una empresa curiosa. El mercadeo está dividido en diferentes departamentos. A veces mercadea el departamento ejecutivo, a veces el legislativo. A veces el producto se empaca de rojo, a veces de naranja, de verde o hasta tricolor. A veces se mercadea como necesidades básicas, a veces es un producto más aspiracional. Muchas veces son productos muy complejos, así como las tecnologías avanzadas, que no entendemos cómo funcionan, pero que nos juran son lo de última para resolver nuestros deseos y necesidades. Pero lo que si debo aceptar es que han de ser unos genios mercadológicos, porque seguimos comprando con gran clamor los mismos inútiles productos que cada vez que abrimos los empaques nos damos cuenta que vienen defectuosos.
La demanda genera la oferta, y a un consumidor que insiste en que se lo tomen por estúpido, pues lo van a seguir tomando por estúpido.
¡Boletín de última hora! En la línea de ensamblaje está ya casi lista la nueva línea de productos increíbles y maravillosos, que por el bajísimo precio de tu voto (*con la palabra “voto” el contrato no se ve limitado a cobrar solamente el ejercicio electoral. Costos adicionales en comisiones y recargos incluyen tu futuro y el de tus hijos) solucionarán** todos tus problemas y te darán una vida de salud y prosperidad. Espera en esta nueva e innovadora línea productos tales como la Ley de Desarrollo Territorial, también una Ley de Partidos Políticos, y la muy esperada Ley de Medicamentos. Esto para continuar con la excelente** y exitosísima** línea anterior que incluía tales productos como la Ley Antipandillas y la Ley de Transparencia. ¡Pero eso no es todo! Por tiempo limitado, muy pronto, junto a estas nuevas leyes, y por ningún costo adicional** te podrás llevar una Reforma Constitucional, garantizada** solución a todos los males del pasado. Y por si eso fuera poco, en etapa de desarrollo se encuentra la reina de todas ofertas y promociones. La solución para nunca necesitar más soluciones. La octava maravilla del mundo, importación de gran renombre, un producto innovador y revolucionario en todo aspecto: La Asamblea Constituyente.
Amigos, ¿y ustedes todavía están dispuestos a comprar toda esta m…?
**Las promesas de venta no han sido corroboradas por alguna instancia ciudadana, pero cuentan con todo el respaldo de la Corte de Cuentas. ¿Qué más necesitas para seguir siendo un fiel creyente?
No quisiera ser pesimista, pero me preocupa seriamente el rumbo de nuestro país. Ingenuo es aquel que dice, como me dijeron recientemente en twitter, paciencia que no es fácil implementar las cosas. O como nos dice el mismo Presidente Funes, en su campaña publicitaria de lujo, envidia de cualquier corporación multinacional pluri-multi-millonaria, que puede ser que no siempre marchamos al paso que queremos, pero que vamos en la dirección correcta. Pues tomara solamente una pizca de razonamiento crítico para realizar que las cosas no están bien y no se dirigen en el rumbo correcto. Bueno, al menos que el rumbo al que se refiere Funes sea hacia Brasil, con un par de cientos de millones en la bolsa.
Me acuerda el contexto a aquello que dicen del sapo. Que si lo metes en una olla de agua hirviendo, salta apresuradamente y se escapa. Por el contrario, si lo metes en una olla de agua al tiempo, y vas hirviendo el agua en lo que el sapo está adentro, en lo que suben los grados, el sapo se va acoplando, y al hervir el agua, el sapo muere, muy tranquilo, paciente y con las mejores expectativas del futuro. Pero termina, y enfoquémonos en esto, muerto.
En un seminario el pasado fin de semana, el ponente nos describía en base a cuadros comparativos de los porcentajes de crecimiento de Latinoamérica, que si El Salvador en 20 años quiere llegar al nivel de desarrollo que en el presente tiene Brasil o México, debemos crecer a un paso promedio de 10% anual por esos 20 años. Es decir, si nos queremos mantener 20 años atrás de estos países, necesitamos alcanzar esos niveles de crecimiento, de lo contrario, quedaremos estancados cada vez más atrás, en pobreza y subdesarrollo. Y no me vayan a decir que es por el tamaño de nuestro país que nunca deberíamos aspirar a alcanzar el crecimiento de esos países. Seremos un país pequeño, pero miren lugares como Hong Kong y Singapur. Un desarrollo acelerado y sostenible es posible. Si se hacen bien las cosas.
Veo entonces noticias como las de Panamá, que está proyectando un crecimiento anual del 9.5%. ¿Y nosotros? Pues dependiendo de a quien le crean. Las cifras más optimistas, que manejan aquellos ingenuos que mencionaba al inicio, quisieran creer que a un 3% de crecimiento. Más bien pareciera que con suerte alcancemos un 1%. Pero esto cae debajo de los niveles de inflación, por lo cual en realidad significaría un decrecimiento. Esto no significa que las cosas se mantengan igual que como están. Para mantener los mismos niveles se necesita cierto nivel de desarrollo que vaya sustituyendo aquello que se va usando, perdiendo y desgastando. Nosotros por el contrario vamos despilfarrando, botando y malgastando un futuro que no es ni nuestro aún. Lo repito. Vamos en mal camino.
Veo con preocupación también la noticia que 3 MYPES cierran a diario. Estas son casi 5,500 medianas y pequeñas empresas que cerrarán en los 5 años de este gobierno. ¿Y esta gente, y sus empleados, que será de ellos? ¿Y cuál es la solución del gobierno? ¡Fácil! Solo hay que castigar a las grandes empresas y a los ricos con más impuestos. Lo repito, como hago frecuentemente, que las soluciones fáciles a problemas complejos causan mayores problemas de los que pretenden solucionar. ¿Qué resultará de estas medidas? Menos ahorro, menos inversión, mayor desempleo, menos consumo y por lo tanto un menor nivel de vida y mayor pobreza para todos los salvadoreños. Si rehúsan ver la causalidad entre la medida y los resultados, con gusto les recomiendo un par de libros que se los podrán explicar mejor que yo. Y lo peor, que este impuesto, que supuestamente es para seguridad, verdaderamente no pretende apoyar un nuevo plan de seguridad. Este dinero lo necesitan para pagar la deuda ya adquirida y mal gastada con organismos como el FMI y BM. ¿Y todo ese pisto que se ha hecho? Yo no he visto que mejoren las cosas. Es más, las veo peor.
Ya lo dije antes. Un desarrollo acelerado y sostenible es posible. Salir del hoyo es posible. Trabajar y prosperar es posible. Pero solo si se hacen bien las cosas. Esto no significa que el gobierno negocie con gremiales las medidas a tomar. El consenso solo significa que todos los involucrados quedan satisfechos con la tajada del pastel que les dieron en la fiesta. El pastel no es de ellos para negociar. Lo que se necesita es dirigir el gobierno y las políticas públicas basado en principios fundamentales del buen gobernar. Se necesita trabajar hacia un sistema Republicano de poderes limitados que les amarre las manos a los políticos y que elimine el sistema de poder clientelista basado en privilegios e intereses, que lejos de ser erradicado, se ha multiplicado. Necesitamos dejar atrás este mercantilismo populista, que es la única oferta real que nos presentan tanto la izquierda como la derecha, y demandar las reformas necesarias para regresar el control y la decisión a la ciudadanía, y arrebatárselo a las élites políticas y económicas que por tanto tiempo han utilizado el poder coactivo del estado para beneficiarse.
Divino Salvador del Mundo
si permitistes que mi Pueblo llevara Tu Nombre
ayúdame a salvarlo.
Concédeme el don de multiplicar mis fuerzas,
de olvidar mis rencores,
de ser el trabajador más activo, más eficaz, más honrado.
Permíteme el atrevimiento
de pensar que Tú y yo somos uno...
Tú eres el Divino Salvador del Mundo,
y yo quien llevo, como salvadoreño, un pedacito de Tu Nombre.
Que Tu Voz de mando sea
No vamos a morir,
Si no a vivir..a trabajar...a luchar
por la salvación de Tu Pueblo predilecto.
ALFONSO ROCHAC
(1907 - 1996)
Estimados diputados,
Nuestro sistema político ha caído en la ilegitimidad. Ustedes han sido las útiles herramientas, por no decir los tontos útiles, de aquellos que más tienen de ganar por el caos generado. Quisiera pensar que no todos ustedes han llegado a sus puestos con la intención de defraudar al pueblo salvadoreño, pero muchos de ustedes han abusado de su poder vilmente. No solo las celdas nos privan de nuestra libertad. Cuando el sistema deja de representar a los ciudadanos, cuando el poder existe por el poder mismo, cuando la corrupción se desnuda sin vergüenza alguna ante nuestros ojos, la persona deja de ser libre.
Hemos perdido nuestra libertad. Las cadenas de la servidumbre no siempre son impuestas con violencia. A veces se aceptan sumisamente. Con nuestra complacencia hemos aceptado estas cadenas, pero ustedes han sido policía, juez y verdugo.
El camino a la servidumbre está lleno de pequeñas concesiones, de necesarias negociaciones, de consideraciones políticas y un sinfín de justificaciones. Pero en un abrir y cerrar de ojos, se hizo demasiado tarde, y por más que se excusen, no pueden evadir su propia responsabilidad. Pero repito. No creo que todos ustedes falten de la moral y conciencia necesaria para aceptar los errores cometidos. Por eso, a ustedes, estimados diputados, que en su silencio han pecado por omisión, pero que en el fondo saben que las cosas urgen ser diferentes, les pregunto:
¿Hasta cuándo?
De nuestro propio silencio empiezan a surgir voces. Aún es solo un murmullo, pero en su timidez encierra una pasión lista a detonar. Una pasión por verdadera libertad. Una pasión por el control de nuestros propios futuros. Subestiman ustedes, estimados diputados, el poder de este murmullo. Se burlan de él.
Quién sabe que lucha por el bien nunca debe ser desalentado por las voces del mal. La perseverancia es el arma que ganará la batalla.
¿Hasta cuándo, estimados diputados, por lo menos ustedes pocos que guardan una semilla de decencia, aceptarán ser herramientas sumisas del abuso y la explotación? Los invito a pararse hoy a la par de nosotros. Los invito a denunciar un sistema podrido. Los invito a aceptar honestamente los pecados del poder, a rectificar, a acertar su independencia y relucir por primera vez sus principios.
Hasta el día que se unan ustedes a nuestro clamor, les seguiré preguntando en mi decepción:
¿Hasta cuándo?
En este artículo no busco hacer un análisis técnico de la ley actualmente en la asamblea, sino más bien un argumento moral en contra de la prohibición en general. ¿Por qué un argumento moral? Legislación libre de moralidad es ilegítima. Moralidad descrita como el necesario respeto a los derechos fundamentales del ser humano. Lo moral y lo correcto no siempre son lo popular, y para pararse firmemente en principios uno debe a veces ir en contra de la corriente y saber defender sus posiciones aunque una mayoría esté en desacuerdo.
Deberíamos vivir en una sociedad donde seamos libres de hacer todo aquello que escojamos hacer voluntariamente, limitados solamente por el derecho ajeno. Pero la concepción de la sociedad actual es la opuesta. En realidad, somos libres de hacer solo aquellos que el legislador nos permite hacer. Dentro de esta concepción de nuestras libertades en la sociedad es que se considera posible prohibir cualquier comportamiento que algún u otro “experto” decida que es “inconveniente” para la sociedad. Les pregunto, ¿ustedes creen que nuestros diputados, en la realidad de quienes son, tienen la solvencia moral y el criterio objetivo como para pretender estructurar nuestras vidas y decisiones personales según ellos crean conveniente? Pues yo no.
En el caso del cigarro. Yo fui fumador. Deje de fumar de un día a otro. Es mentira aquellos que dicen que fuman porque les gusta y el día que quieran dejan de fumar. Dejar de fumar es difícil. El cigarro es de las cosas más dañinas para el cuerpo humano, y no solo para aquel fumando, sino también para aquellos alrededor del fumador. Pero el problema es complejo, y se debe de analizar desde varios ángulos.
A nivel puramente individual, mi vida y mi ser son enteramente mi propiedad. Si yo decido libremente ingerir una sustancia que conozco es dañina para mi cuerpo, esa es ya mi decisión. Si un estado tienen control por sobre lo que yo hago puramente con mi persona, eso significa que en práctica tal estado ha adquirido propiedad sobre mi ser. Es decir, me vuelvo esclavo a las decisiones que otros tomen sobre mi cuerpo. Por esto, a nivel personal, una prohibición del cigarro es tanto inmoral como ilegítima, pues violenta mis más fundamentales derechos a mi vida y a la propiedad sobre mi ser físico.
Pero el efecto de fumar no es puramente individual, pues el humo del cigarro que yo fumo impacta perjudicialmente sobre el ser físico de otros individuos. En cierta forma estoy violando yo los derechos de propiedad individual de la otra persona. La pregunta es la siguiente, ¿tal persona se está sometiendo a tal daño voluntariamente, o estoy yo imponiendo tales repercusiones en contra de la voluntad de este segundo? Esta es la pregunta fundamental que hay que responder, pues mi limitante a actuar no debería ser el criterio de algunos que se creen elevados por estar en el poder, sino el derecho ajeno.
Considerémoslo de la siguiente forma. Si yo llego a tu casa, es decir entro a tu propiedad, me debo regir por ciertas normas que tú decides se deben cumplir dentro de tu casa. Si tú decides que en tu casa no se fuma, pues yo debo respetar tales deseos, y si rehúso respetarlos, tienes todo el derecho de echarme de tu casa. Al yo entrar a tu propiedad, hay un acuerdo implícito a regirme bajo las condiciones y normas de comportamiento que tu escojas. Igual en el caso que tú visitaras mi casa, si yo decido fumar en mi casa, pues estoy en todo derecho de hacerlo, aunque a ti te disguste, pero las normas implícitas establecen que el invitado cumple los requerimientos que el propietario establece. De estar en desacuerdo con tales requerimientos, pues simplemente no llego a tu casa, o tú no a la mía. Simple decisión. En este caso la situación es bien clara, pues los derechos de propiedad sobre nuestros hogares están bien establecidos. Si tu salud, y por ende tu ser físicos, se ven perjudicados por el humo del cigarro que yo estoy fumando en mi casa, tu estas en toda libertad de irte, y si decides quedarte, te estás sometiendo al daño voluntariamente. El estado no tiene ningún derecho de intervenir en las decisiones en las cuales dos o más individuos han llegado voluntariamente.
Es exactamente el mismo caso con establecimientos comerciales. El dueño de tal propiedad establece las normas de comportamiento que deben respetarse al encontrarse dentro de tal propiedad. Como estoy yo en total libertad de no entrar a tal establecimiento si no lo deseo, al decidir entrar estoy entrando en un acuerdo implícito de regirme bajos sus condiciones y por lo tanto sometiéndome voluntariamente a tales condiciones. Si el dueño de una discoteca o un bar decide que en su establecimiento si se puede fumar, yo tengo dos opciones, o me someto voluntariamente a sus condiciones, o simplemente no entro a ese establecimiento. De igual forma tal dueño puede decidir que en su establecimiento no se puede fumar, y por lo tanto al entrar no lo puedo hacer. Si el estado tiene el poder de decidir en cuales establecimientos privados se puede o no se puede fumar, entonces tales establecimientos dejan de ser privados, pues el poder de decisión ya no es del propietario original, si no del estado, quien se vuelve propietario de facto. Repito, una violación de los derechos fundamentales del ser humano.
La armonía social se logra a través del respeto mutuo de los deseos de los individuos en la sociedad por sobre aquello que es competencia de cada uno, su propiedad, específicamente empezando por su vida y su ser físico. De las relaciones entre seres humanos, nuestro deseos de convivir pacíficamente, surgen normas sociales que no son impuestas por ningún estado, si no que se ejercen por la presión social resultado de nuestra propia interdependencia. Cuando los elevadísimos “ingenieros sociales” imponen prohibiciones desde sus curules, destruyen el tejido de obligaciones sociales. La obligación de cada individuo deja de ser el respeto a su prójimo y se vuelve una relación de sumisión ante el estado. El estado no es omnipotente y no puede hacer cumplir todas sus prohibiciones sin convertirse en un estado totalitario con policías en cada esquina e informantes en cada casa. Cuando, por el contrario, el tejido social es fortalecido, el individuo sí se siente obligado a respetar los deseos de su comunidad para poder vivir en armonía.
Cometer una injusticia con el propósito de reivindicar otra no logra más que multiplicar la injusticia. Las prohibiciones son las respuestas fáciles a problemas sociales complejos. Actualmente los derechos de no fumadores si se ven afectados cuando no tienen opción más que a someterse al humo de fumadores, pero la solución, y la reivindicación de esos derechos, no se encuentra en violar los derechos de aquellos que si deciden fumar. El estado, por pretender solucionar sus problemas con soluciones fáciles, solo termina creando mayores problemas. Lo que necesitamos es un sistema de libertad en el cual se respeten por parejo los derechos individuales y en el cual la sociedad se rija absolutamente por las decisiones voluntarias entre individuos y la convivencia respetuosa en comunidad.
No es una expresión de renuncia, pero sí de pena y dolor. Parecerá drástico decir que ha muerto la democracia en nuestro país, pero ante una institucionalidad completamente socavada la figura de elecciones por votación se vuelve poco más que maquillaje ante un sistema completamente desconectado de la ciudadanía que supuestamente representa.
Los eventos políticos de las últimas dos semanas han representado los síntomas de mortalidad de un sistema que por años ha estado gravemente enfermo. El pragmatismo, la consideración política y el cortoplacismo con el cual se han tomado las decisiones políticas ya por mucho tiempo han erosionado poco a poco los fundamentos de nuestro sistema democrático, dejando solamente la fachada, pero la integralidad estructural completamente viciada y destrozada.
Ha habido dos tipos de políticos a línea gruesa. Primero, y probablemente la mayoría, aquellos que han gobernado por su propia billetera. Inescrupulosos parásitos que encontraron en el sistema político la forma de exprimir a los ciudadanos, generando una verdadera división de clases en nuestra sociedad, entre aquellos que trabajan, producen e intercambian honestamente para ganarse la vida, y aquellos que no crean ninguna riqueza adicional a nuestro país y simplemente se lucran a través del sistema político y a costa de la ciudadanía.
El segundo tipo de político, más difícil de encontrar, pero que sin duda existe, ha sido aquel bienintencionado que ha entrado al sistema lleno de optimismo, pero que ha sido tragado por este sistema estructuralmente viciado, quién ha sido víctima de las volteretas politiqueras del primero, y quién se ha sentido forzado a sacrificar momentáneamente, según él, sus principios para lograr las negociaciones políticas necesarias para proteger lo que queda de la institucionalidad. Tristemente han aprendido a justificar “pequeños desvíos” en el rumbo del barco por necesidad política, creyendo, o queriendo creer, que después de estos pequeños desvíos se recuperaría el norte correcto.
Error. Entre desvío y desvío no hay más dirección que encontrar que para abajo. Y hacia abajo es que nos dirigimos. El decreto 743, cual violenta el orden constitucional y destruye el sistema de pesos y contra pesos, pilar del republicanismo. La negociación política por la Corte de Cuentas, que según pareciera pasará de las manos del PCN a las manos de GANA, con el obvio propósito de seguir protegiendo a aquellos que se lucran de los impuestos que los ciudadanos pagamos. Las maniobras políticas que se ingenian e implementan con el propósito de mantener el control sobre los partidos y las candidaturas en manos de una argolla política. Estas son solo un par de las muestras que evidencian un sistema podrido. Un sistema que ha sido destruido, con toda conciencia, por una clase de políticos vende-esperanzas y tranza-lo-todo.
Que en paz descanse nuestra democracia Salvadoreña. Y así tendrá que descansar hasta que aquellos que sí creemos honestamente en la justicia nos pongamos los pantalones para pararnos solida y perseverantemente en nuestros principios y enfrentemos las dificultades políticas que esto pueda implicar. En paz tendrá que descansar nuestra democracia hasta que nuestra indignación se convierta en un accionar consistente y en una oposición intransigente a todo pragmatismo político. En paz descansará hasta que la unidad de nuestras voces demuestre lo que ya es una realidad fundamental, pero lo cual han logrado menospreciar. Que los ciudadanos honestos y trabajadores, que creemos en el futuro de nuestro país y que estamos cansados de la dirección en el que lo llevan, tenemos mucha más fuerza en nuestras manos que esta clase política que hoy lo está destruyendo.
ARENA ha sido el mayor culpable de la severa crisis institucional que está viviendo nuestro país en estos momentos. ¿Por qué ARENA? Porque aunque el decreto 743 pueda haber sido negociado desde Casa Presidencial y respaldado por GANA, PCN y PDC, con el ahora evidente apoyo tácito del FMLN, y con el aparente empuje de oscuros personajes detrás de escenas, pasar este decreto no hubiera sido posible sin la aprobación y el apoyo de ARENA. En ellos cayó la balanza, y decidieron optar por quebrantar la institucionalidad y enterrar la constitución.
Verdad es que el día de ayer ARENA ha llamado a derogar el decreto que ellos mismos hicieron posible. ¡Qué bueno! Y espero que así se logre. Pero no por esto han rectificado ante mí, ante el movimiento social y ante el pueblo salvadoreño. En el comunicado que ARENA publicó con referencia a la derogación del decreto 743, ellos siguen justificando sus acciones iniciales. Se apoyan en que en el momento de aprobarlo tenían la impresión, ante falsa información, que la Sala de lo Constitucional declararía inconstitucional la Ley de Amnistía. Es decir, insisten que las acciones que tomaron siguieran siendo correctas ante la situación adecuada. Esto se traduce en un apoyo implícito a los intereses partidarios y particulares que se ven beneficiados por este tipo de quiebre institucional y abuso de poder.
Si ARENA verdaderamente quiere rectificar debe abandonar toda justificación que busca poco más que proteger la imagen de ciertos liderazgos partidarios y debe asumir la total responsabilidad de su error.
Si ARENA quiere rectificar, debe cambiar su discurso inmediatamente, asumir con humildad pero con la cara en alto, la crítica que hoy recibe de muchos sectores, incluso del interior de sus propias filas, y adoptar una nueva postura de radical defensa de la institucionalidad y el orden constitucional.
Si ARENA aspira a contar con nuestro apoyo en las próximas elecciones debe reflexionar profundamente y actuar de una nueva forma.
Pudieran empezar por bajar esas vallas que no puedo calificar más que de estúpidas y contraproducentes, y que están alejando del partido a mucha gente que de lo contrario estuvieran buscando un espacio político de donde ser escuchados. Necesitan que aquellos líderes que tomaron la apresurada y errada decisión de apoyar el decreto 743, ya sean presidente del partido, jefe de fracción o cualquier otro, asuman su total responsabilidad ante el daño causado y se hagan al lado, siendo reemplazados por nuevos liderazgos que puedan representar un nuevo posicionamiento para el partido. Necesitan gravemente que todos aquellos representantes del partido que al defender su posición inicial salieron atacando, insultando o menospreciando a aquellos que desde un inicio criticamos fuertemente el actuar del partido, se disculpen públicamente y aprendan urgentemente a escuchar a aquellos que dicen representar.
ARENA necesita un nuevo liderazgo. Un liderazgo independiente de los poderes partidarios tradicionales que se han encargado de vetar toda iniciativa que no encaja dentro de su cuadrada visión de guerra fría.
Mi apoyo particular y personal puede serle de poca importancia al partido, pero si ARENA aspira a tener el apoyo no solo de miles de jóvenes como mi persona, sino de toda una generación, debe, como decía anteriormente, reflexionar profundamente. Esta es una generación idealista. Es una generación activa e involucrada. Es una generación que no se dejará enamorar por banderas, ilusiones o resentimientos. Es una generación que demandará consistencia y perseverancia en la radical defensa de la libertad, la institucionalidad y la justicia.
Los dejos con unas palabras de Barry Goldwater que me han servido de gran inspiración y que espero que así mismo inspiren a muchos más:
¡Os recuerdo que el extremismo en la defensa de la libertad no es un vicio! ¡Y dejadme recordaros también que la moderación en la búsqueda de la justicia no es una virtud!
Sr. Presidente, usted hoy ha sido cómplice de un golpe de estado técnico. Con su sanción exprés de las reformas a la Ley Orgánica Judicial, cuales firmó en silencio a pocas horas de ser pasadas en la Asamblea demuestra ser parte de un complot que ha roto la institucionalidad de nuestro sistema político.
Diputados de la Asamblea legislativa, no tengo más que acusarlos de cobardes. Cobardes los diputados de derecha que hoy se esconden en la sombra del presidente que hace pocos días criticaban. Hipocresía y cinismo a niveles sin precedentes en un sistema político que hoy demuestra lo engusanado que está.
Sírvase el presente como mi renuncia a mi afiliación partidaria. No puedo ser parte de un sistema tan podrido. Mis principios me lo impiden y mi sentido de decencia me lo demanda.
Señores líderes partidarios Alfredo Cristiani, Rodolfo Parker, Ciro Cruz Zepeda y Andrés Rovira, si les queda un pelo de respeto propio, renuncien inmediatamente de sus puestos. La voz de una nueva generación de salvadoreños se los demanda. Lo que ustedes han avalado a través de sus bancadas legislativas representa un peor peligro para El Salvador que las sombras del comunismo que ustedes han utilizado para atemorizar al electorado para que voten por sus partidos.
Hoy lloro por El Salvador.
Pero junto a mis lágrimas, no me tragaré mis palabras.
Con mis palabras siembro hoy algo que espero crezca pronto. Algo que será alimentado por la indignación que tantos salvadoreños sentimos en lo profundo de nuestros estómagos.
Que el día de hoy muera nuestro silencio…
El Presidente Funes, en su discurso de 2 años de gobierno, ha anunciado un programa que piensa implementar en el cual se reclutará a 5,000 jóvenes “en situación de riesgo” a quienes se les incorporará por 6 meses a un servicio militar obligatorio. A pesar de recibir inicialmente varias respuestas positivas, yo insisto, esta propuesta no solo es errada y populista, es peligrosa. Viola derechos fundamentales del ser humano y amenaza con tener consecuencias desastrosas. A continuación describo el por qué de mi solida postura en contra de esta medida, primero fundamentada en mis principios y segundo en razones prácticas.
¿Por qué es importante argumentar antes que nada desde una postura de principios intelectuales? Las palabras son baratas y se encolochan fácilmente. Cualquier medida, si se escribe y se maquilla lo suficientemente bonita, se puede hacer parecer acertada. No por sonar bien, es buena. Ese es el peligro del populismo, sabe mercadear bien las malas ideas. Si una propuesta política no está fundamentada en principios sólidos, lo más probable es que esté ignorando facetas fundamentales de la naturaleza humana, y por lo tanto al tratar de ser implementada, tenga consecuencias desastrosas, mucho peores que los problemas que trataba de solucionar inicialmente.
Los seres humanos contamos con derechos inalienables fundamentados en principios anteriores a la existencia misma, que por lo tanto son absolutos y eternos. Principalmente entre estos está el derecho a la vida, y como extensión de esto nuestra propiedad por sobre nuestro ser físico y el fruto de nuestro trabajo, es decir, nuestro patrimonio legítimamente adquirido. Estos derechos fundamentales implican que ningún otro ser humano, o grupo de tales, tiene el derecho de iniciar el uso de la violencia, la amenaza de tal o el fraude en detrimento de nuestra vida, nuestro ser o nuestro patrimonio.
El Estado no es una entidad con existencia propia. Los colectivos no existen, solo existen los individuos que componen grupos colectivos. Un colectivo, como agrupación de individuos, no tiene derechos propios. Los derechos son de los individuos que los componen, por lo tanto, un colectivo no puede tener “derechos” en contradicción de los individuales. El Estado existe con el propósito de proteger los derechos de los individuos que componen una sociedad. Por lo tanto, es ilegítimo, por cualquier razón, que el Estado viole los derechos fundamentales de los individuos.
El servicio militar obligatorio viola estos derechos humanos fundamentales al obligar al individuo a través de la amenaza del uso de la violencia (conscripción forzosa o arresto), a lo que equivale a un castigo por el único crimen de ser ciudadano de un país. Obliga al individuo, en contra de su voluntad y a través de la fuerza, a utilizar su vida, su cuerpo y su tiempo en actividades a las cuales no se quiere someter. En el caso específico del programa mencionado es peor, ya que la conscripción militar obligatoria se implementaría sobre jóvenes “en riesgo,” es decir, jóvenes que son amenazados por las maras. Jóvenes cuyo único crimen es ser víctimas. ¡Se está castigando a las víctimas en vez de a los criminales!
¿Cómo se va a castigar a jóvenes inocentes con reclutamiento forzoso si no han violado ninguna ley? Esta es una clara violación de derechos fundamentales del ser humano. ¿Por qué no se enfocan en arrestar y castigar a los criminales en vez de lo equivalente a arrestar a inocentes? La incapacidad o falta de voluntad de combatir la criminalidad no les da el derecho de reprimir a los inocentes. Es absolutamente necesario liberar a las comunidades en riesgo de la amenaza que representan las maras, no recluir a los jóvenes inocentes y dejar a los mareros cómodamente donde están. Por el otro lado, ¿quién decidirá qué representa un “joven en riesgo”? Esto permitirá una discrecionalidad en mano de funcionarios públicos, policías y militares que abre la puerta a más severos abusos a los derechos humanos. Aunque crean que el actual gobierno no vaya a abusar de esta medida, ¿están seguros que el siguiente gobierno, y los que le sigan a este, tampoco abusaran de un programa como este para entrenar a milicias ideologizadas que amenacen a opositores del gobierno?
Represión no es lo mismo que prevención. Reclutar forzosamente a jóvenes inocentes es una medida represiva y viola derechos humanos fundamentales. Qué triste que se esté dispuesto a sacrificar derechos humanos de gente inocente antes de hacer un combate frontal a la criminalidad. Y si lo que se busca es rehabilitar a jóvenes que, aunque no han cometido ningún crimen, muestran tendencias a actividades delictivas, hay que recalcar que la rehabilitación solo es posible si se somete a ella voluntariamente. Solo se logra si la persona decide entregarse a tal cambio de comportamiento. Por el contrario, si el individuo no tiene la disposición para cambiar, después de 6 meses, al regresar a su comunidad, rodeado de las mismas influencias, regresarán a los mismos comportamientos delictivos, solo que hoy ya con entrenamiento y disciplina militar. ¡Muy peligroso!
Al reclutar a estos jóvenes, de pasada se llevaran a varios tipos de jóvenes. A jóvenes inocentes que solo son amenazados por las maras, a jóvenes con tendencias criminales que aún no han cometido crímenes y a jóvenes que ya están involucrados en la delincuencia, pero a quienes todavía no se les ha arrestado por tal. Meter a estos jóvenes juntos es extremadamente peligroso. Primero, es una amenaza a los jóvenes inocentes, quienes fueran amenazados y abusados por los otros grupos. Esto se pudiera volver una escuela de criminales, al igual que lo son las cárceles, adonde se termina de influenciar y corromper a los menos criminales, se aprende de experiencias mutuas y se arman redes más solidas que los hacen más efectivos en el comportamiento criminal una vez regresan a sus comunidades. ¿A los que ya son criminales, como se les ocurre darles entrenamiento militar? ¿Qué pasará cuando termine su servicio y regresen a sus comunidades a volverse a reunir con los mareros? ¡Se habrá entrenado a una nueva generación de criminales!
Yo estuviera de acuerdo que se desarrollaran programas VOLUNTARIOS para extraer a jóvenes de zonas de alto riesgo. Siempre y cuando la decisión sea voluntaria y no forzosa, y que simultáneamente se combata a los criminales. No se pueden solucionar problemas tan complejos y severos con medidas tan miopes. Debe ser un programa de múltiples fases. Un programa en el cual los padres de familia que vean que sus hijos están en riesgo de ser forzosamente reclutados a las maras, puedan voluntariamente decidir inscribir a sus hijos para que los remuevan de sus comunidades de alto riesgo, siempre y cuando no hayan cometido crímenes anteriormente.
Mientras se lleva a cabo esto, se necesita intervenir en estas comunidades de alto riesgo para sacar a las maras, así como Brasil ha intervenido en las favelas para sacar a los narcotraficantes. Una vez limpias de maras estas comunidades, los jóvenes pueden regresar y participar en un programa de reinserción, donde la empresa privada y la sociedad civil puede jugar un rol importante en apoyarlos para que desarrollen las habilidades necesarias para ser miembros productivos y honestos de la sociedad, ya libres de la influencia de la maras. Pero, enfatizo, esto debe desarrollarse en base a la participación voluntaria de los jóvenes y sus padres, así como también de un combate frontal y honesto contra la criminalidad y la violencia.
"Aquellos que sacrifican la libertad por la seguridad no merecen ni la una ni la otra."
Benjamin Franklin
La estafa más grande de la historia es la idea de que el Estado, como institución que monopoliza el uso legítimo de la violencia, puede generar prosperidad y bienestar. El Estado se generó, históricamente, de la conquista de un grupo fuerte no productor sobre un grupo productor y más débil. Es la institucionalización de la explotación, cuando un grupo de gente realiza que puede vivir utilizando la fuerza para expropiar aquello que otros producen. El concepto de “Estado Benefactor” (Welfare State) en una contradicción en sí misma.
El Estado no puede generar riqueza, solo puede expropiarla y redistribuirla, y en este proceso inevitablemente destruye riqueza, y lo que queda se la reparte entre sus compinches. El concepto del “Contrato Social” es una falacia. Un espejismo para justificar el poder político. No somos gobernados por ángeles. Prueba más clara de esto nuestra propia clase política. ¿Acaso dudamos que los políticos actuales ocupan el poder del Estado para su propio beneficio? El simple hecho de ser un sistema de poder electo democráticamente no elimina el hecho de que el sistema actual es corrupto, despilfarrador e ineficiente.
¿Cómo se justifican moralmente los impuestos cuando mucho del dinero que el Estado le confisca a los ciudadanos es utilizados para satisfacer intereses de individuos y grupos de interés? El programa social del gobierno se vuelve solo una herramienta de control político. Es utilizado electoralmente. A la clase política le interesa mantener la pobreza. No hay incentivo político para eliminarla. Esto les permite manipular la esperanza de las masas con promesas electorales. Una vez en el poder solo reparten lo necesario para mantener el status quo. Es un sistema de incentivos perversos que destruye la capacidad productiva de un país y empobrece a su gente.
Es absolutamente necesario un programa reformista que busque fortalecer la institucionalidad. Es ingenuo pensar que nuestros diputados y gobernantes por si solos pasarán las leyes necesarias para salir del hoyo en el que estamos. Es más, las leyes que pasan nuestros gobernantes están creando más problemas de los que están resolviendo. Necesitamos limitar el poder de los políticos y eliminar su capacidad de abusar del sistema para su propio beneficio. Necesitamos leyes que rijan con mayor fuerza el actuar de los políticos. Necesitamos un programa de reformas liberales que reinstauren un estado de derecho verdadero, que eliminen la discrecionalidad en las decisiones públicas, que transparenten los gastos públicos y que deje de meterle zancadilla a la capacidad emprendedora de la sociedad.
¿Por adonde se empieza? Hay TANTO que hacer en este sentido, pero siempre es necesario caminar un paso a la vez. Uno sencillo: la Corte de Cuentas. Despartidizar, transparentar y profesionalizar la Corte de Cuentas. No basta con solo cambiar a la gente en la institución. Se debe reformar para que verdaderamente cumpla su función y haga respetar los fondos públicos, que no son más que aquellos dineros que el Estado le confisca a los ciudadanos.
Claramente hemos establecido que hay que hacer algo, que es tiempo de tomar las cosas en nuestras manos. Que es tiempo de caminar. ¿Pero el que? ¿Hacia dónde? ¿Por adonde empezamos? Bueno, primero busquemos nuestra dirección.
Han habido tres partidos que han gobernado nuestro país de forma democrática, PDC, ARENA y actualmente el FMLN. Ya anteriormente he expresado mi opinión sobre la clase gobernante actual y la forma que han aprovechado un sistema corrupto para extender su poder y privilegio. Partiendo entonces de que ninguno de los partidos actuales sigue representando esos ideales sobre los cuales se crearon y con los cuales movilizaron originalmente a sus bases, podemos de igual forma analizar el ideario de cada uno, que en algún momento sí representaban principios y valores con significado para todos aquellos que tanto sacrificaron en el pasado. Veamos qué en el ideario histórico y olvidado de cada partido se pudiera rescatar y que es lo que deberíamos dejar atrás.
Empecemos con el actual:
FMLN
¿Qué retomaría de la izquierda salvadoreña? Principalmente su apasionada lucha contra la tiranía y opresión. Su clamor por los derechos humanos, en contra de los abusos del poder, en contra de los privilegios de una clase económica encamada con el poder político. En el fondo, el análisis sociológico sobre la opresión de Marx sí contenía mucha verdad. Lástima que el error fundamental en su teoría económica (que irónicamente heredo de Smith y Ricardo) contaminó su análisis del poder en la sociedad, por lo cual confundió la verdadera raíz de la explotación. Igualmente, esa pasión por la justicia, definitivamente es algo que hay que rescatar.
¿Qué desechara? Toda tendencia colectivista y autoritaria. Todo el odio y resentimiento que mucha de su retórica ha adoptado. Todo esfuerzo de direccionismo económico e ingeniería social. La obsesión con la planificación económica, descrita por Hayek como la pretensión del conocimiento, esa falsa idea que el ser humano tiene la capacidad de reducir toda la actividad humana voluntaria en un par de formulas económicas que algún inspirado en una silla de poder puede balancear a su antojo para “corregir” las decisiones individuales de cada participante en la sociedad.
ARENA
Empecemos con el nombre en sí. Alianza Republicana Nacionalista. Definitivamente rescatara el Republicanismo. La supremacía del Derecho y la Ley sobre el legislar y la discrecionalidad de los políticos. Un sistema de gobierno que protege al individuo ante todo, que defiende sus derechos y que se concierne con la prevención del abuso del poder. El constitucionalismo y el énfasis en el imperio de la ley. Hace un tiempo con un grupo de amigos tuvimos la oportunidad de conversar con Francisco Pérez de Antón, reconocido empresario guatemalteco e intelectual liberal, autor del libro La Libre Empresa. Nos compartía como antes de la fundación de ARENA, ayudo junto a otros intelectuales liberales a un grupo de fundadores del partido a escribir sus principios. Lo contó con un tono nostálgico que nos indicó que de esas ideas escritas entonces, no quedaba mucho en el actuar del partido.
Con referencia a la segunda parte del nombre del partido, desecharía de entrada todo tipo de nacionalismos. (No confundamos patriotismo, que se basa en el amor de lo propio, con el nacionalismo, que se basa en el odio a lo diferente). Tanto como mucha de la izquierda promueve el odio de clases, mucha de la derecha también abraza odio y resentimiento hacia lo que no conoce y a lo diferente. Me deshiciera de todo conservadurismo dogmatico, aquella añoranza por el status quo de antaño. Toda intención proteccionista, mercantilista y sectorial, que busca que el Estado proteja y subsidie a aquellos sectores empresariales establecidos, maquillando dichas intenciones con falsas excusas de apoyos sociales a los trabajadores de dichos sectores.
PDC
Como tercero en nuestra lista, la Democracia Cristiana. De los democristianos, regresara a la referencia establecida por Adenauer, y sus principales apoyos en temas económicos Erhard y Röpke, padres de la reconstrucción de Alemania después de la segunda guerra mundial. Retomara su lucha por la democracia, por lo tanto en contra de todo sistema totalitario. Su visión de la dignidad del ser humano y sus derechos inalienables. El enfoque primordial en la importancia de la familia y la comunidad.
Por el otro lado, también rechazaría tajantemente los vestigios del sindicalismo corporativo heredados por la democracia cristina chilena de la Falange española. El enfoque en el “estado benefactor,” que mientras se disfraza como la ayuda necesaria a los pobres, esconde en la realidad beneficios repartidos a sectores particulares con vista y propósitos electorales. Me deshiciera del oportunismo al que frecuentemente ha recurrido por conveniencias políticas y la disposición a negociar en base a “la consideración política.”
¿…y entonces, que queda?
Recuperemos estos valores positivos que han inspirado a tantos salvadoreños desde los diferentes bandos y en diferentes momentos. Un verdadero liberalismo abraza cada uno de los conceptos que describo que mantuviera. Creemos un nuevo ideario liberal para El Salvador. Un ideario que nos pueda juntar a todos aquellos idealistas que creemos en el progreso de nuestro país, en la eliminación de la pobreza y en la justicia. Recuperemos un sentido de orgullo y unidad nacional fundamentados en los principios eternos que son fundamentales de nuestra esencia humana. Realicemos que tenemos mucho más en común pese a los colores que hemos heredado y que son los manipuladores ideológicos los que nos han buscando dispersar por sus conveniencias electorales. Rehusemos ser piezas en el juego de dinosaurios políticos, y empecemos nosotros a mover el panorama político al son de una nueva visión.
Más que una pasión política, la mía es intelectual. Me emociono con las ideas. El “geekness factor” se dispara ante los problemas teóricos y empuja la búsqueda de soluciones. ¿Seremos pocos los que tenemos el trastorno social en el cual nos pela el fútbol y preferimos tener las narices en un libro? No es que me considere más inteligente que cualquier otro. No creo que lo sea. Simplemente me apasionan cosas que a otros les parecen tediosas. Aunque no deja de haber cierto estimulo del ego como resultado secundario.
A mis 25 años de edad, mi viaje en este sentido ha sido muy diverso. No por la grandeza de lo logrado, sino por los virajes que ha demostrado. Si por lealtad política se me juzgara, sin duda reprobaría la materia. En el colegio tenía posters del “Che” en mis paredes, me intrigaba cualquier relajo en las calles y soñaba con recuentos revolucionarios. Al par de años ondeaba banderas tricolores y cantaba marchas sobre sombras y tumbas. Más recientemente vestí de verde, pescando en otras aguas aquello que he buscado.
Algo en común ha tenido toda mi experiencia política. Decepción.
Habrá quienes me acusen de oportunista. Allí tengo mi conciencia limpia, pues nunca he pedido ni buscado ni plazas ni puesto, ni sueldos ni privilegios, ni nada que me pueda beneficiar personalmente. Habrá aquellos con naturaleza más amable, que simplemente me recomendarán que “no me de tanto color,” pues puede afectar mi futuro político. Respondo de igual manera que no busco ningún puesto, y pues, si me “quemo,” no he sacrificado nada realmente.
¿Qué he encontrado en estos viajes? ¿Será que he encontrado en quién creer? ¿Alguna figura en la política salvadoreña a quien crea podemos confiarle nuestro futuro? Alguien quien sienta representa mis ideas y verdaderamente tenga el bienestar de los salvadoreños en mente. En este caso tendrá que ser un rotundo no. Pero en esta decepción se encuentra una gran lección.
¿Qué he aprendido de todo esto? He aprendido a dejar de buscar en quién creer.
No hay en más en quién creer que en nosotros mismos. Nadie más luchará por nosotros. Nadie abanderará mis ideas si no soy yo mismo. En mi bio de twitter me describo como un “liberal sin excusas.” Hoy verdaderamente he aprendido a dejar de buscar plataformas y colores desde donde promover los principios en los que creo. Hay que crear plataforma propia y referirse a las cosas por lo que son.
¿Qué significa ser liberal? Significa creer en la libertad como valor absoluto. Significa oponerse a todo tipo de abuso del poder. Significa buscar la verdad y la justicia, hasta cuando sea “políticamente inconveniente.” Significa ser consecuente con los principios sin importar la “consideración política.” Los liberales creemos en los derechos individuales, en la cooperación voluntaria, en un estado de derecho. Creemos en una institucionalidad fortalecida y en un gobierno limitado, en transparencia absoluta y en la paz social. Pero sobre todo, creemos que el ser humano, cuando se le respeta su libertad y protegen sus derechos, tiene el potencial creativo de resolver los grandes problemas que nos agobian mucho mejor que las falsas soluciones que nos presentan los políticos desde sus altos tronos en el poder.
Yo creo en nosotros. En nuestra capacidad. En nuestro emprendedurismo. Creo en la iniciativa individual. Creo en las bondades del tejido social que se desarrolla en base a nuestras interrelaciones voluntarias. Creo en los valores que desarrolla la comunidad. Creo en el potencial del poder de la sociedad.
¿En que NO creo? En los políticos. En el poder de un Estado corrupto. En un sistema que convierte al gobierno en un sistema de financiamiento de intereses particulares. NO creo que la solución esté en otorgarles cada vez más poder a los mismos políticos que nos han llevado a la situación en la que estamos. Necesitamos limitarles el poder a los políticos. Necesitamos lograr que rindan cuentas. Todos por igual. Necesitamos lograr un sistema verdaderamente transparente, no uno en el cual nos cuentan solo lo que les conviene.
Esto es en lo que creo. Tuve que dar un montón de vueltas para realizar que lo que hay que hacer es poner las cosas claras y peladas, y no buscar de qué color envolverlas. Las ideas no tienen color. Las ideas tienen convicción.
Cada bebe que nace en El Salvador, nace debiendo aproximadamente $2,150. Es más, todos los salvadoreños debemos $2,150 por encima de todas las deudas las cuales hemos adquirido personalmente.
La deuda pública adquirida por el gobierno pronto llegará a los $13,000,000,000 ($13 mil millones). ¡Adicionalmente, el gobierno se está endeudando a un paso aproximado de $3.4 millones al día!
Acuérdense que esto es deuda pública, es decir, son los números rojos del gobierno. Es lo que gasta por encima de los impuestos que recolecta. Haciendo números redondos, todos (los que pagamos impuestos) pagamos entre el 10% y el 30% de renta. Adicionalmente, pagamos el 13% de iva en todo lo que consumimos. Ya nos van quitando entre el 23% y el 33%. Encima de eso, los impuestos municipales y un sin fin de impuestos específicos en todo tipo de productos y servicios. Es decir que le terminamos pagando al gobierno entre 30% y 50% de lo que ganamos.
Piénsalo. ¡De cada $1,000 que ganas con tu esfuerzo y trabajo, entre $300 y $500 van a parar a las manos de los políticos! ¡Y encima de que te quitan todo eso, también les debes ya $2,150! ¡Y por encima de eso, se están dando $3.4 millones al día!
Discúlpenme si me quejo, pero yo estoy viendo un poco ridículo la cosa. Especialmente si, entre secretos mal guardados, sabemos de esa pequeña gran gotera de cientos de millones de dólares que salen de casa presidencial, de los lujos y extravagancias de nuestros diputados, del sinfín de plazas políticas que se reparten por donde quier, de los fondos públicos utilizados por partidos políticos para hacer campaña, de un gran puerto tirado y abandonado, de comunas endeudándose para que sus dirigentes se lucren personalmente, recursos despilfarrados en publicidad gubernamental, bonos para empleados públicos que llueven por todos lados con tal que se tomen alguna calle o edificio, actos de vandalismo político que destruyen cientos de miles de dólares en patrimonio nacional, etc, etc, etc. La lista continúa y continúa, y ¡TODO va saliendo de nuestras billeteras!
No se tu, pero yo ya estoy un poco cansado de todo esto.
Lo he dicho muchas veces. La palabra libertad está completamente prostituida. Brillante aquel que se dio cuenta que al destruir el significado real de las palabras, las podía manipular como quisiera y así usarlas como herramientas del engaño. Es así como el discurso político ya tiene poco significado. Oímos en los ciclos electorales las volteretas que dan los políticos al hablarnos y prometernos de todo. ¿Pero realmente qué representan? ¿Realmente quién representa y defiende nuestra libertad contra el abuso de aquellos que buscan el poder por su propio beneficio?
Veamos un brevísimo recuento histórico. Claro está que ha habido una lucha histórica entre izquierdas y derechas, ya sea por vía de las armas y por vía de los votos. Sin hacer aquí un análisis del origen de esta terminología, podemos sin embargo considerar objetivamente que tanto izquierdas como derechas en diferentes coyunturas han luchado contra tíranos totalitarios. Desde la derecha se lucho contra el comunismo, contra Lenin, Stalin, Mao, Castro, etc. Desde la izquierda contra el fascismo, Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet, etc. No hay duda que estos regímenes asesinaron en conjunto a cientos de millones de personas.
Claramente, estos ejemplos son los extremos radicales de ambos polos del espectro político y no son representativos de todas las vertientes políticas existentes. Pero el propósito de tales era principalmente demostrar que desde ambos bandos se ha abusado de los derechos humanos y se ha oprimido al individuo. La tiranía y el totalitarismo no tienen ideología, comparten solamente la sed insaciable por el poder. Hay que realizar entonces que la verdadera pregunta política no se trata sobre izquierdas y derechas. Estos son conceptos anticuados utilizados únicamente con el propósito de polarizar y manipular a las masas electorales. Hay que transcender esta concepción del espectro político y realizar que la verdadera lucha no es entre la izquierda y la derecha, sino entre las fuerzas a favor de la libertad y aquellas que pujan por el poder.
En esta ocasión quiero empezar con la siguiente afirmación: no conozco a un solo político que verdaderamente le importa la pobreza, o un programa social que verdaderamente este orientado a eliminar la injusticia. No solo esto, me atrevo a decir que los que más bulla hacen sobre la Justicia Social son los mayores culpables de la injusticia existente.
Me surge este sentimiento al estar presente a una escena que todos vemos diariamente, pero ante la cual nos hemos cegado y endurecido. Cerca de la Feria hay un hombre, día tras día, usualmente sentado en la cuneta, aunque a veces hace el esfuerzo de levantarse y lentamente bastonear de ventana en ventana con tremenda dificultad.
No conozco su historia, mucho menos su nombre, pero me impresiona darme cuenta que lo he visto allí año tras años, desde que me puedo acordar. Me acuerdo la impresión que me daba al principio un serio golpe que tiene en la cabeza, y al hacer conciencia me entristece que hoy lo he dejado de notar, tragándome esporádicos sentimientos de culpa al darle un par de monedas de vez en cuando.
Estoy seguro que no soy el único que se siente así. ¿Somos malas personas al dejarlo a él y a tantos más en el olvido? Entonces me pega. ¿Por qué ante tanto habla que habla, ante tantas promesas electorales, sobre justicia social, sobre programas sociales, sobre progreso, libertad y esperanza, ante todo esto, porque ningún político habla sobre él, ni de tantos más que como el viven en situaciones fuera de su propio alcance? ¿Cómo es posible que ante incrementos en nuestros impuestos, ante aumentos de la deuda, ante crecimientos del tamaño del Estado, incrementos en subsidios, en plazas políticas, en dadivas y en otros sinfines de gastos gubernamentales, este hombre sigue allí, día tras día, en su solitario sufrimiento, sin que ningún descarado político que se ha llenado las bolsas con dineros públicos le pare bola?
El verdadero propósito de los programas sociales debe ser ayudar a personas que han caído en desgracia por situaciones fuera de su alcance y que no pueden salir de la pobreza por su propia cuenta. Debe ser una ayuda temporal que los reintegre al sistema productivo y que les otorgue la oportunidad de volverse miembros productivos de la sociedad. Debe ser ayuda dirigida exactamente a persona como la que describo que por alguna razón u otra no han tenido la oportunidad de superarse por su propia cuenta.
La realidad que vivimos es otra. Los siempre expansivos programas sociales no están diseñados con el propósito de eliminar la pobreza, están diseñados con el propósito de ganar votos. Los programas sociales se vuelven una herramienta para ganar y mantenerse en el poder. ¿Y cuál es la razón que se quieren mantener en el poder? Porque allí es donde se llenan las bolsas, donde se dan sus extravagantes lujos, y en general donde se hacen su feria. No son más que farsantes. Usar nuestros impuestos para estos propósitos no puede ser considerado más que corrupción y explotación.
He hablado veces anteriores de cuanto nos gusta que nos den atol con el dedo, y lo repito. Toda esta propagando política y gubernamental que vemos a diario no es más que espejismos. Estamos a punto de entrar en otro ciclo electoral. No caigamos en las mismas trampas de siempre de los mismos políticos. Desnudemos farsantes y veamos como en el 2012 y 2014 les podemos dar en la nuca a tanto sinvergüenza que ha vivido a costas del resto de la sociedad por tanto tiempo.