lunes, 23 de mayo de 2011

Buscando en quien creer.

Más que una pasión política, la mía es intelectual. Me emociono con las ideas. El “geekness factor” se dispara ante los problemas teóricos y empuja la búsqueda de soluciones. ¿Seremos pocos los que tenemos el trastorno social en el cual nos pela el fútbol y preferimos tener las narices en un libro? No es que me considere más inteligente que cualquier otro. No creo que lo sea. Simplemente me apasionan cosas que a otros les parecen tediosas. Aunque no deja de haber cierto estimulo del ego como resultado secundario.

A mis 25 años de edad, mi viaje en este sentido ha sido muy diverso. No por la grandeza de lo logrado, sino por los virajes que ha demostrado. Si por lealtad política se me juzgara, sin duda reprobaría la materia. En el colegio tenía posters del “Che” en mis paredes, me intrigaba cualquier relajo en las calles y soñaba con recuentos revolucionarios. Al par de años ondeaba banderas tricolores y cantaba marchas sobre sombras y tumbas. Más recientemente vestí de verde, pescando en otras aguas aquello que he buscado.

Algo en común ha tenido toda mi experiencia política. Decepción.

Habrá quienes me acusen de oportunista. Allí tengo mi conciencia limpia, pues nunca he pedido ni buscado ni plazas ni puesto, ni sueldos ni privilegios, ni nada que me pueda beneficiar personalmente. Habrá aquellos con naturaleza más amable, que simplemente me recomendarán que “no me de tanto color,” pues puede afectar mi futuro político. Respondo de igual manera que no busco ningún puesto, y pues, si me “quemo,” no he sacrificado nada realmente.

¿Qué he encontrado en estos viajes? ¿Será que he encontrado en quién creer? ¿Alguna figura en la política salvadoreña a quien crea podemos confiarle nuestro futuro? Alguien quien sienta representa mis ideas y verdaderamente tenga el bienestar de los salvadoreños en mente. En este caso tendrá que ser un rotundo no. Pero en esta decepción se encuentra una gran lección.

¿Qué he aprendido de todo esto? He aprendido a dejar de buscar en quién creer.

No hay en más en quién creer que en nosotros mismos. Nadie más luchará por nosotros. Nadie abanderará mis ideas si no soy yo mismo. En mi bio de twitter me describo como un “liberal sin excusas.” Hoy verdaderamente he aprendido a dejar de buscar plataformas y colores desde donde promover los principios en los que creo. Hay que crear plataforma propia y referirse a las cosas por lo que son.

¿Qué significa ser liberal? Significa creer en la libertad como valor absoluto. Significa oponerse a todo tipo de abuso del poder. Significa buscar la verdad y la justicia, hasta cuando sea “políticamente inconveniente.” Significa ser consecuente con los principios sin importar la “consideración política.” Los liberales creemos en los derechos individuales, en la cooperación voluntaria, en un estado de derecho. Creemos en una institucionalidad fortalecida y en un gobierno limitado, en transparencia absoluta y en la paz social. Pero sobre todo, creemos que el ser humano, cuando se le respeta su libertad y protegen sus derechos, tiene el potencial creativo de resolver los grandes problemas que nos agobian mucho mejor que las falsas soluciones que nos presentan los políticos desde sus altos tronos en el poder.

Yo creo en nosotros. En nuestra capacidad. En nuestro emprendedurismo. Creo en la iniciativa individual. Creo en las bondades del tejido social que se desarrolla en base a nuestras interrelaciones voluntarias. Creo en los valores que desarrolla la comunidad. Creo en el potencial del poder de la sociedad.

¿En que NO creo? En los políticos. En el poder de un Estado corrupto. En un sistema que convierte al gobierno en un sistema de financiamiento de intereses particulares. NO creo que la solución esté en otorgarles cada vez más poder a los mismos políticos que nos han llevado a la situación en la que estamos. Necesitamos limitarles el poder a los políticos. Necesitamos lograr que rindan cuentas. Todos por igual. Necesitamos lograr un sistema verdaderamente transparente, no uno en el cual nos cuentan solo lo que les conviene.

Esto es en lo que creo. Tuve que dar un montón de vueltas para realizar que lo que hay que hacer es poner las cosas claras y peladas, y no buscar de qué color envolverlas. Las ideas no tienen color. Las ideas tienen convicción.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A decir verdad , nada mal la perspectiva acerca de en quien creer, yo creo es muy cierto lo que dices pero a la ves muy incierto,sabes la verdadera sabiduría y desarrollo no parte de uno mismo sino de la convicción como mencionas antes hacia los demás es muy egoísta decir eso en otro sentido,pero creo que el termino liberal parte mas allá de pensar en uno mismo.

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