lunes, 30 de mayo de 2011

Estafas, confiscaciones y la Corte de Cuentas

La estafa más grande de la historia es la idea de que el Estado, como institución que monopoliza el uso legítimo de la violencia, puede generar prosperidad y bienestar. El Estado se generó, históricamente, de la conquista de un grupo fuerte no productor sobre un grupo productor y más débil. Es la institucionalización de la explotación, cuando un grupo de gente realiza que puede vivir utilizando la fuerza para expropiar aquello que otros producen. El concepto de “Estado Benefactor” (Welfare State) en una contradicción en sí misma.

El Estado no puede generar riqueza, solo puede expropiarla y redistribuirla, y en este proceso inevitablemente destruye riqueza, y lo que queda se la reparte entre sus compinches. El concepto del “Contrato Social” es una falacia. Un espejismo para justificar el poder político. No somos gobernados por ángeles. Prueba más clara de esto nuestra propia clase política. ¿Acaso dudamos que los políticos actuales ocupan el poder del Estado para su propio beneficio? El simple hecho de ser un sistema de poder electo democráticamente no elimina el hecho de que el sistema actual es corrupto, despilfarrador e ineficiente.

¿Cómo se justifican moralmente los impuestos cuando mucho del dinero que el Estado le confisca a los ciudadanos es utilizados para satisfacer intereses de individuos y grupos de interés? El programa social del gobierno se vuelve solo una herramienta de control político. Es utilizado electoralmente. A la clase política le interesa mantener la pobreza. No hay incentivo político para eliminarla. Esto les permite manipular la esperanza de las masas con promesas electorales. Una vez en el poder solo reparten lo necesario para mantener el status quo. Es un sistema de incentivos perversos que destruye la capacidad productiva de un país y empobrece a su gente.

Es absolutamente necesario un programa reformista que busque fortalecer la institucionalidad. Es ingenuo pensar que nuestros diputados y gobernantes por si solos pasarán las leyes necesarias para salir del hoyo en el que estamos. Es más, las leyes que pasan nuestros gobernantes están creando más problemas de los que están resolviendo. Necesitamos limitar el poder de los políticos y eliminar su capacidad de abusar del sistema para su propio beneficio. Necesitamos leyes que rijan con mayor fuerza el actuar de los políticos. Necesitamos un programa de reformas liberales que reinstauren un estado de derecho verdadero, que eliminen la discrecionalidad en las decisiones públicas, que transparenten los gastos públicos y que deje de meterle zancadilla a la capacidad emprendedora de la sociedad.

¿Por adonde se empieza? Hay TANTO que hacer en este sentido, pero siempre es necesario caminar un paso a la vez. Uno sencillo: la Corte de Cuentas. Despartidizar, transparentar y profesionalizar la Corte de Cuentas. No basta con solo cambiar a la gente en la institución. Se debe reformar para que verdaderamente cumpla su función y haga respetar los fondos públicos, que no son más que aquellos dineros que el Estado le confisca a los ciudadanos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Síganme los buenos

Claramente hemos establecido que hay que hacer algo, que es tiempo de tomar las cosas en nuestras manos. Que es tiempo de caminar. ¿Pero el que? ¿Hacia dónde? ¿Por adonde empezamos? Bueno, primero busquemos nuestra dirección.

Han habido tres partidos que han gobernado nuestro país de forma democrática, PDC, ARENA y actualmente el FMLN. Ya anteriormente he expresado mi opinión sobre la clase gobernante actual y la forma que han aprovechado un sistema corrupto para extender su poder y privilegio. Partiendo entonces de que ninguno de los partidos actuales sigue representando esos ideales sobre los cuales se crearon y con los cuales movilizaron originalmente a sus bases, podemos de igual forma analizar el ideario de cada uno, que en algún momento sí representaban principios y valores con significado para todos aquellos que tanto sacrificaron en el pasado. Veamos qué en el ideario histórico y olvidado de cada partido se pudiera rescatar y que es lo que deberíamos dejar atrás.

Empecemos con el actual:

FMLN

¿Qué retomaría de la izquierda salvadoreña? Principalmente su apasionada lucha contra la tiranía y opresión. Su clamor por los derechos humanos, en contra de los abusos del poder, en contra de los privilegios de una clase económica encamada con el poder político. En el fondo, el análisis sociológico sobre la opresión de Marx sí contenía mucha verdad. Lástima que el error fundamental en su teoría económica (que irónicamente heredo de Smith y Ricardo) contaminó su análisis del poder en la sociedad, por lo cual confundió la verdadera raíz de la explotación. Igualmente, esa pasión por la justicia, definitivamente es algo que hay que rescatar.

¿Qué desechara? Toda tendencia colectivista y autoritaria. Todo el odio y resentimiento que mucha de su retórica ha adoptado. Todo esfuerzo de direccionismo económico e ingeniería social. La obsesión con la planificación económica, descrita por Hayek como la pretensión del conocimiento, esa falsa idea que el ser humano tiene la capacidad de reducir toda la actividad humana voluntaria en un par de formulas económicas que algún inspirado en una silla de poder puede balancear a su antojo para “corregir” las decisiones individuales de cada participante en la sociedad.

ARENA

Empecemos con el nombre en sí. Alianza Republicana Nacionalista. Definitivamente rescatara el Republicanismo. La supremacía del Derecho y la Ley sobre el legislar y la discrecionalidad de los políticos. Un sistema de gobierno que protege al individuo ante todo, que defiende sus derechos y que se concierne con la prevención del abuso del poder. El constitucionalismo y el énfasis en el imperio de la ley. Hace un tiempo con un grupo de amigos tuvimos la oportunidad de conversar con Francisco Pérez de Antón, reconocido empresario guatemalteco e intelectual liberal, autor del libro La Libre Empresa. Nos compartía como antes de la fundación de ARENA, ayudo junto a otros intelectuales liberales a un grupo de fundadores del partido a escribir sus principios. Lo contó con un tono nostálgico que nos indicó que de esas ideas escritas entonces, no quedaba mucho en el actuar del partido.

Con referencia a la segunda parte del nombre del partido, desecharía de entrada todo tipo de nacionalismos. (No confundamos patriotismo, que se basa en el amor de lo propio, con el nacionalismo, que se basa en el odio a lo diferente). Tanto como mucha de la izquierda promueve el odio de clases, mucha de la derecha también abraza odio y resentimiento hacia lo que no conoce y a lo diferente. Me deshiciera de todo conservadurismo dogmatico, aquella añoranza por el status quo de antaño. Toda intención proteccionista, mercantilista y sectorial, que busca que el Estado proteja y subsidie a aquellos sectores empresariales establecidos, maquillando dichas intenciones con falsas excusas de apoyos sociales a los trabajadores de dichos sectores.

PDC

Como tercero en nuestra lista, la Democracia Cristiana. De los democristianos, regresara a la referencia establecida por Adenauer, y sus principales apoyos en temas económicos Erhard y Röpke, padres de la reconstrucción de Alemania después de la segunda guerra mundial. Retomara su lucha por la democracia, por lo tanto en contra de todo sistema totalitario. Su visión de la dignidad del ser humano y sus derechos inalienables. El enfoque primordial en la importancia de la familia y la comunidad.

Por el otro lado, también rechazaría tajantemente los vestigios del sindicalismo corporativo heredados por la democracia cristina chilena de la Falange española. El enfoque en el “estado benefactor,” que mientras se disfraza como la ayuda necesaria a los pobres, esconde en la realidad beneficios repartidos a sectores particulares con vista y propósitos electorales. Me deshiciera del oportunismo al que frecuentemente ha recurrido por conveniencias políticas y la disposición a negociar en base a “la consideración política.”

¿…y entonces, que queda?

Recuperemos estos valores positivos que han inspirado a tantos salvadoreños desde los diferentes bandos y en diferentes momentos. Un verdadero liberalismo abraza cada uno de los conceptos que describo que mantuviera. Creemos un nuevo ideario liberal para El Salvador. Un ideario que nos pueda juntar a todos aquellos idealistas que creemos en el progreso de nuestro país, en la eliminación de la pobreza y en la justicia. Recuperemos un sentido de orgullo y unidad nacional fundamentados en los principios eternos que son fundamentales de nuestra esencia humana. Realicemos que tenemos mucho más en común pese a los colores que hemos heredado y que son los manipuladores ideológicos los que nos han buscando dispersar por sus conveniencias electorales. Rehusemos ser piezas en el juego de dinosaurios políticos, y empecemos nosotros a mover el panorama político al son de una nueva visión.

lunes, 23 de mayo de 2011

Buscando en quien creer.

Más que una pasión política, la mía es intelectual. Me emociono con las ideas. El “geekness factor” se dispara ante los problemas teóricos y empuja la búsqueda de soluciones. ¿Seremos pocos los que tenemos el trastorno social en el cual nos pela el fútbol y preferimos tener las narices en un libro? No es que me considere más inteligente que cualquier otro. No creo que lo sea. Simplemente me apasionan cosas que a otros les parecen tediosas. Aunque no deja de haber cierto estimulo del ego como resultado secundario.

A mis 25 años de edad, mi viaje en este sentido ha sido muy diverso. No por la grandeza de lo logrado, sino por los virajes que ha demostrado. Si por lealtad política se me juzgara, sin duda reprobaría la materia. En el colegio tenía posters del “Che” en mis paredes, me intrigaba cualquier relajo en las calles y soñaba con recuentos revolucionarios. Al par de años ondeaba banderas tricolores y cantaba marchas sobre sombras y tumbas. Más recientemente vestí de verde, pescando en otras aguas aquello que he buscado.

Algo en común ha tenido toda mi experiencia política. Decepción.

Habrá quienes me acusen de oportunista. Allí tengo mi conciencia limpia, pues nunca he pedido ni buscado ni plazas ni puesto, ni sueldos ni privilegios, ni nada que me pueda beneficiar personalmente. Habrá aquellos con naturaleza más amable, que simplemente me recomendarán que “no me de tanto color,” pues puede afectar mi futuro político. Respondo de igual manera que no busco ningún puesto, y pues, si me “quemo,” no he sacrificado nada realmente.

¿Qué he encontrado en estos viajes? ¿Será que he encontrado en quién creer? ¿Alguna figura en la política salvadoreña a quien crea podemos confiarle nuestro futuro? Alguien quien sienta representa mis ideas y verdaderamente tenga el bienestar de los salvadoreños en mente. En este caso tendrá que ser un rotundo no. Pero en esta decepción se encuentra una gran lección.

¿Qué he aprendido de todo esto? He aprendido a dejar de buscar en quién creer.

No hay en más en quién creer que en nosotros mismos. Nadie más luchará por nosotros. Nadie abanderará mis ideas si no soy yo mismo. En mi bio de twitter me describo como un “liberal sin excusas.” Hoy verdaderamente he aprendido a dejar de buscar plataformas y colores desde donde promover los principios en los que creo. Hay que crear plataforma propia y referirse a las cosas por lo que son.

¿Qué significa ser liberal? Significa creer en la libertad como valor absoluto. Significa oponerse a todo tipo de abuso del poder. Significa buscar la verdad y la justicia, hasta cuando sea “políticamente inconveniente.” Significa ser consecuente con los principios sin importar la “consideración política.” Los liberales creemos en los derechos individuales, en la cooperación voluntaria, en un estado de derecho. Creemos en una institucionalidad fortalecida y en un gobierno limitado, en transparencia absoluta y en la paz social. Pero sobre todo, creemos que el ser humano, cuando se le respeta su libertad y protegen sus derechos, tiene el potencial creativo de resolver los grandes problemas que nos agobian mucho mejor que las falsas soluciones que nos presentan los políticos desde sus altos tronos en el poder.

Yo creo en nosotros. En nuestra capacidad. En nuestro emprendedurismo. Creo en la iniciativa individual. Creo en las bondades del tejido social que se desarrolla en base a nuestras interrelaciones voluntarias. Creo en los valores que desarrolla la comunidad. Creo en el potencial del poder de la sociedad.

¿En que NO creo? En los políticos. En el poder de un Estado corrupto. En un sistema que convierte al gobierno en un sistema de financiamiento de intereses particulares. NO creo que la solución esté en otorgarles cada vez más poder a los mismos políticos que nos han llevado a la situación en la que estamos. Necesitamos limitarles el poder a los políticos. Necesitamos lograr que rindan cuentas. Todos por igual. Necesitamos lograr un sistema verdaderamente transparente, no uno en el cual nos cuentan solo lo que les conviene.

Esto es en lo que creo. Tuve que dar un montón de vueltas para realizar que lo que hay que hacer es poner las cosas claras y peladas, y no buscar de qué color envolverlas. Las ideas no tienen color. Las ideas tienen convicción.

miércoles, 18 de mayo de 2011

¡Cuidado! Puedes estar siendo víctima de una estafa.

Cada bebe que nace en El Salvador, nace debiendo aproximadamente $2,150. Es más, todos los salvadoreños debemos $2,150 por encima de todas las deudas las cuales hemos adquirido personalmente.

La deuda pública adquirida por el gobierno pronto llegará a los $13,000,000,000 ($13 mil millones). ¡Adicionalmente, el gobierno se está endeudando a un paso aproximado de $3.4 millones al día!

Acuérdense que esto es deuda pública, es decir, son los números rojos del gobierno. Es lo que gasta por encima de los impuestos que recolecta. Haciendo números redondos, todos (los que pagamos impuestos) pagamos entre el 10% y el 30% de renta. Adicionalmente, pagamos el 13% de iva en todo lo que consumimos. Ya nos van quitando entre el 23% y el 33%. Encima de eso, los impuestos municipales y un sin fin de impuestos específicos en todo tipo de productos y servicios. Es decir que le terminamos pagando al gobierno entre 30% y 50% de lo que ganamos.

Piénsalo. ¡De cada $1,000 que ganas con tu esfuerzo y trabajo, entre $300 y $500 van a parar a las manos de los políticos! ¡Y encima de que te quitan todo eso, también les debes ya $2,150! ¡Y por encima de eso, se están dando $3.4 millones al día!

Discúlpenme si me quejo, pero yo estoy viendo un poco ridículo la cosa. Especialmente si, entre secretos mal guardados, sabemos de esa pequeña gran gotera de cientos de millones de dólares que salen de casa presidencial, de los lujos y extravagancias de nuestros diputados, del sinfín de plazas políticas que se reparten por donde quier, de los fondos públicos utilizados por partidos políticos para hacer campaña, de un gran puerto tirado y abandonado, de comunas endeudándose para que sus dirigentes se lucren personalmente, recursos despilfarrados en publicidad gubernamental, bonos para empleados públicos que llueven por todos lados con tal que se tomen alguna calle o edificio, actos de vandalismo político que destruyen cientos de miles de dólares en patrimonio nacional, etc, etc, etc. La lista continúa y continúa, y ¡TODO va saliendo de nuestras billeteras!

No se tu, pero yo ya estoy un poco cansado de todo esto.

lunes, 16 de mayo de 2011

Es tiempo de una nueva revolución...

Ha muerto la esperanza, y ha descendido en la más cínica apatía.

Hace 20 años nació nuestra democracia.
Nació de las cenizas de un país destruido por la guerra.
Nació con la muerte de miles, pero de la esperanza de un futuro diferente.

Esa esperanza nos llevo a las urnas.
Nos permitió soñar.
Nos hizo querer trabajar.

Nos permitimos confiar en nuestros padres.
Aquellos que bajaron las armas,
que escribieron la constitución,
que juraron defender a un pueblo entero.

Nos permitimos dejar en sus manos nuestro futuro.

Quisimos un cambio, y nos lo vendieron.
Quisimos transcender los conflictos del pasado, y nos lo prometieron.
Quisimos volver a soñar, y nos durmieron.

Los conflictos de nuestros padres le están robando el futuro a nuestros hijos.

Y hoy aquellos que nos juraron no repetir los pecados de sus padres,
rehúsan soltar aquello que nunca les perteneció.
Aquello que solo nuestro es.
Lo que define nuestras vidas.
El poder por sobre nuestra propia libertad.

Es tiempo de una nueva revolución.

Una revolución de ideas.
Una revolución política en la cual las decisiones públicas se tomen en base a principios y valores éticos.
En la cual una verdadera doctrina de la libertad nos pueda guiar a reconstruir el futuro que hoy están destruyendo.
Es tiempo de destruir un paradigma y crear una nueva visión.

Es una revolución que nace de nuestros corazones,
pero que hemos dejado enterrar.

Soñemos.
Pero soñemos con nuestra manos.
Soñemos con nuestra acción.
Construyamos justicia.
Tomemos en nuestras manos
aquello que hoy aprendemos
que nadie más construirá por nosotros.

Con una idea nace todo,
y con un paso comienza a crecer.

Empecemos a caminar...

jueves, 12 de mayo de 2011

Izquierda vs Derecha: ¿Quién defiende la libertad? (1ra parte)

Lo he dicho muchas veces. La palabra libertad está completamente prostituida. Brillante aquel que se dio cuenta que al destruir el significado real de las palabras, las podía manipular como quisiera y así usarlas como herramientas del engaño. Es así como el discurso político ya tiene poco significado. Oímos en los ciclos electorales las volteretas que dan los políticos al hablarnos y prometernos de todo. ¿Pero realmente qué representan? ¿Realmente quién representa y defiende nuestra libertad contra el abuso de aquellos que buscan el poder por su propio beneficio?

Veamos un brevísimo recuento histórico. Claro está que ha habido una lucha histórica entre izquierdas y derechas, ya sea por vía de las armas y por vía de los votos. Sin hacer aquí un análisis del origen de esta terminología, podemos sin embargo considerar objetivamente que tanto izquierdas como derechas en diferentes coyunturas han luchado contra tíranos totalitarios. Desde la derecha se lucho contra el comunismo, contra Lenin, Stalin, Mao, Castro, etc. Desde la izquierda contra el fascismo, Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet, etc. No hay duda que estos regímenes asesinaron en conjunto a cientos de millones de personas.

Claramente, estos ejemplos son los extremos radicales de ambos polos del espectro político y no son representativos de todas las vertientes políticas existentes. Pero el propósito de tales era principalmente demostrar que desde ambos bandos se ha abusado de los derechos humanos y se ha oprimido al individuo. La tiranía y el totalitarismo no tienen ideología, comparten solamente la sed insaciable por el poder. Hay que realizar entonces que la verdadera pregunta política no se trata sobre izquierdas y derechas. Estos son conceptos anticuados utilizados únicamente con el propósito de polarizar y manipular a las masas electorales. Hay que transcender esta concepción del espectro político y realizar que la verdadera lucha no es entre la izquierda y la derecha, sino entre las fuerzas a favor de la libertad y aquellas que pujan por el poder.