martes, 26 de abril de 2011

Desnudando Farsantes

En esta ocasión quiero empezar con la siguiente afirmación: no conozco a un solo político que verdaderamente le importa la pobreza, o un programa social que verdaderamente este orientado a eliminar la injusticia. No solo esto, me atrevo a decir que los que más bulla hacen sobre la Justicia Social son los mayores culpables de la injusticia existente.

Me surge este sentimiento al estar presente a una escena que todos vemos diariamente, pero ante la cual nos hemos cegado y endurecido. Cerca de la Feria hay un hombre, día tras día, usualmente sentado en la cuneta, aunque a veces hace el esfuerzo de levantarse y lentamente bastonear de ventana en ventana con tremenda dificultad.

No conozco su historia, mucho menos su nombre, pero me impresiona darme cuenta que lo he visto allí año tras años, desde que me puedo acordar. Me acuerdo la impresión que me daba al principio un serio golpe que tiene en la cabeza, y al hacer conciencia me entristece que hoy lo he dejado de notar, tragándome esporádicos sentimientos de culpa al darle un par de monedas de vez en cuando.

Estoy seguro que no soy el único que se siente así. ¿Somos malas personas al dejarlo a él y a tantos más en el olvido? Entonces me pega. ¿Por qué ante tanto habla que habla, ante tantas promesas electorales, sobre justicia social, sobre programas sociales, sobre progreso, libertad y esperanza, ante todo esto, porque ningún político habla sobre él, ni de tantos más que como el viven en situaciones fuera de su propio alcance? ¿Cómo es posible que ante incrementos en nuestros impuestos, ante aumentos de la deuda, ante crecimientos del tamaño del Estado, incrementos en subsidios, en plazas políticas, en dadivas y en otros sinfines de gastos gubernamentales, este hombre sigue allí, día tras día, en su solitario sufrimiento, sin que ningún descarado político que se ha llenado las bolsas con dineros públicos le pare bola?

El verdadero propósito de los programas sociales debe ser ayudar a personas que han caído en desgracia por situaciones fuera de su alcance y que no pueden salir de la pobreza por su propia cuenta. Debe ser una ayuda temporal que los reintegre al sistema productivo y que les otorgue la oportunidad de volverse miembros productivos de la sociedad. Debe ser ayuda dirigida exactamente a persona como la que describo que por alguna razón u otra no han tenido la oportunidad de superarse por su propia cuenta.

La realidad que vivimos es otra. Los siempre expansivos programas sociales no están diseñados con el propósito de eliminar la pobreza, están diseñados con el propósito de ganar votos. Los programas sociales se vuelven una herramienta para ganar y mantenerse en el poder. ¿Y cuál es la razón que se quieren mantener en el poder? Porque allí es donde se llenan las bolsas, donde se dan sus extravagantes lujos, y en general donde se hacen su feria. No son más que farsantes. Usar nuestros impuestos para estos propósitos no puede ser considerado más que corrupción y explotación.

He hablado veces anteriores de cuanto nos gusta que nos den atol con el dedo, y lo repito. Toda esta propagando política y gubernamental que vemos a diario no es más que espejismos. Estamos a punto de entrar en otro ciclo electoral. No caigamos en las mismas trampas de siempre de los mismos políticos. Desnudemos farsantes y veamos como en el 2012 y 2014 les podemos dar en la nuca a tanto sinvergüenza que ha vivido a costas del resto de la sociedad por tanto tiempo.